1. Uluru
Uluru, también conocido como el “ombligo del mundo”, es un monumento de piedra de una sola pieza y uno de los más grandes de la Tierra, con 9 kilómetros de contorno. Este monte es uno de los iconos más famosos de Australia, una montaña sangrada para los aborígenes anangu. Su imponente silueta puede ser vista desde cien kilómetros de distancia, cuando el cielo está despejado. Un territorio seco, con poca vegetación y con temperaturas que pueden superar los 40° C.
El principal atractivo de este sitio consiste en apreciar sus colores cambiantes a lo largo del día. Para poder inmortalizar este fenómeno, los viajeros acuden antes de la salida del primer rayo del sol y al atardecer, pues a esa hora es donde se puede apreciar mejor la magnitud de esta maravilla.
Subir hasta la cima, si bien es permitido, no es recomendable, pues se trata de una montaña sagrada. Los arriesgados y aventureros que deciden hacerlo deben estar en buenas condiciones de salud y no deben sufrir de vértigo, también se pide respeto por parte de todos los visitantes y se aconseja no tomar piedras como suvenir.